Cuando los niños regresan del colegio comienza un auténtico espectáculo. A uno le falta un zapato, otro lleva la cara arañada, el otro aparece con la camisa de su compañero. Siempre aporrean la puerta, gritan… Hoy hubo más gritos y alboroto de lo normal.
Abro la puerta. En el umbral está Eidan, mi chinito, con una medalla al cuello; y como torero que ha hecho magnífica faena, le sigue su cuadrilla que aclama y vitorea.
Ha llegado el primero en la carrera que ha organizado el Jardín de Infancia “Las Palmeras”.
Nuestros niños nunca habían conseguido un premio. Siempre, además de arañazos o ropa manchada de tinta, traen notas del profesor sobre la originalidad que han cometido ese día.
Hoy Eidan fue felicitado, quizás nunca le habían ponderado así. Admirado entre sus compañeros, se sintió el mejor. Hoy mi chinito fue importante.
Tiene cuatro años. Llegó hace cinco meses con su hermano Bill, mayor que él. Bill tiene un poco de retraso y el chinito está pendiente de que nadie note los “errores” de su hermano. Siempre sonriente, feliz. Mitiga su dolor, buscando sanar las heridas del otro.
Sus abrazos por la mañana me hacen sentir que es Dios el que me envuelve.
Hoy el Niño Jesús ganó una medalla.