No entendieron por qué su padre los sacó del hogar a la una de la madrugada y durmieron en una pensión. Ni comprendieron por qué acudieron a la comisaría teniendo que contestar a preguntas desagradables.

Por qué separarse de los niños del Hogar Nazaret a los que querían como hermanos. ¿Era un castigo? Hace unos días sus calificaciones escolares eran excelentes, nada malo habían hecho.

En el Hogar Nazaret lloraban ante la partida de Tomy y Leonela. Les propuse rezar, celebramos la Santa Misa.

Tomy y Leonela estuvieron dos días hablando con fiscales y abogados hasta que una vez más, sin explicación racional, la mano de Dios acarició a nuestros niños, su madre no se los podrá llevar.
¡Regresan al Hogar Nazaret!

No comprendieron el por qué de tanta angustia. Al entrar por la puerta y ver el altar preparado para la Santa Misa, empezaron a comprender. Después de dar gracias a Dios, una gran fiesta de bienvenida: pollo asado, piñata, música.

En el Hogar Nazaret la felicidad es meta y camino, conquista que pasa por la lucha diaria. Deben superar retos muy duros, su audacia no conoce límites. Se levantan una y otra vez, crecen ante las pruebas que quizás a nosotros nos harían claudicar.

Estoy muy orgulloso de mis valientes.
Leales hasta el heroísmo.
Solo ante Dios se ponen de rodillas.