No es un tópico decir, que “los niños pueden llegar a ser crueles” y ante los que son diferentes, dan sus “patadas”. Esto ocurre cuando los mayores no corregimos actitudes y excusamos diciendo que son “cosas de niños”.
Siempre hay alguien que les pregunta con mala intención: “dónde está tu madre” o “quién es tu padre”.
Lógicamente, se sienten mal, es como si les recordaran con desprecio que son huérfanos. En el Hogar Nazaret, hasta los más pequeños, tienen la respuesta aprendida, con desparpajo y muchísima gracia, dicen que yo soy su padre. Si insisten, y preguntan por la madre, afirman muy serios: “Mi madre es también el padre Ignacio”. “Padre y madre no es el que te engendra, sino el que te cría”.
Por encima de las circunstancias adversas vividas, su verdadera familia no es la que les viene dada por su nacimiento, sino la que ellos, libremente, eligen.
El Hogar Nazaret es una familia sobrenatural nacida del sueño de Dios, que reclama hombres y mujeres nuevos, pero verdadera familia para siempre.
Son aceptados tal y como son, no se sienten juzgados. Cada niño es irrepetible, imprescindible, único. Aprenden habilidades de comunicación y relación.
No se les educa para que sean felices en un futuro, sino para que sean felices hoy. Los éxitos y la felicidad del otro, es la de todos.
No es tan solo un lugar donde crecen, es el pilar imprescindible para su entorno emocional, donde se forjará su personalidad, equilibrio interior y dominio de la voluntad.
Conocen a Dios como el Padre amoroso que los quiere con locura, escucha siempre, y pueden hablar. El mejor amigo en quien pueden confiar…El Señor hace, ellos se dejan hacer.
Cuando entra un niño nuevo se sorprenden por la acogida, generosidad, buen humor y actitud de servicio. Ya es un hermano más que debe afrontar retos, en los que no le permiten auto-compadecerse y ayudan a perdonar y perdonarse.
Según su edad asumen responsabilidades. Se tienen muy en cuenta sus opiniones, aspiraciones, deseos. Les pedimos sin miedo que tomen decisiones y asuman las consecuencias. Se saca más provecho de los errores que de los aciertos.
Para el Hogar Nazaret los niños no son el futuro, sino el presente lleno de futuro.