Empieza la merienda y el reparto de galletas, la misma cantidad para cada niño.
María sentada en su sillita levanta la cabeza y grita: “ah, ah, ah …”
Con sus dos dientecitos, come su galleta con destreza y grita otra vez: “ah, ah, ah …”
No le hacen caso y comienza la seducción. Estira su mano abriendo los deditos, hace bailar sus ojos de alegría y sonríe mostrando los hoyitos de las mejillas.
Pareciera una nueva Blanca Nieves que vuelve a reunir a los enanitos… y ¡milagro! Consigue una galleta de cada uno.
El reto con los niños de Nazaret es que aprendan a amar. Les enseñamos que den un beso o la mano cuando alguien les saluda pero, aparte del protocolo, no hay gestos de cariño espontáneo. No les enseñaron a querer.
La besan, la zarandean, le muerden su pie. Les está enseñando a amar.
Ha conseguido en estos cinco meses, lo que no hemos logrado en dos años; María es la mejor de las terapeutas.
¡María es la mejor de las terapeutas!